Hábitos atómicos para padres de hoy. 21 frases inspiradoras.

Cada día de nuestra vida se compone de una serie de decisiones, desde la más pequeña como decidir si nos quedamos a dormir cinco minutos más. Las acciones que repetimos se convierten en hábitos y tienen un poder increíble.

James Clear, autor de “Hábitos atómicos” uno de los libros de crecimiento personal más reconocidos los últimos años, nos presenta un método sencillo y a la vez de gran impacto que invita a revisar objetivamente el curso de nuestra vida y nuestros más profundos anhelos, desde la revisión de nuestros hábitos cotidianos.

Clear define los hábitos atómicos como aquellas acciones tan pequeñas, pero que realizadas repetidamente llegan a formar parte de un sistema mucho mayor que define el curso y la calidad de nuestra vida.

En casa, el centro de trabajo, los estudios y a cualquier edad, poseemos hábitos que podemos potenciar o sustituir por otros con el objetivo de lograr una mejor versión de nosotros mismos y alcanzar las metas trazadas. Pero, ¿Cómo podemos aplicar la metodología de los “Hábitos atómicos” en nuestra faceta de padres?

Como padres y modelo para nuestros hijos, les transferimos nuestros hábitos. Si bien esto es más evidente cuando tenemos niños pequeños, como padres somos responsables del entorno que proporcionamos a nuestros hijos para su desarrollo. Los hábitos no solo se aprenden de los padres, sino también del entorno social y de las figuras que se tienen como referente.

Como padres, prestamos más atención a lo que deseamos para el futuro, entonces debemos preguntarnos, ¿nuestros hábitos actuales están en concordancia con los que buscamos para nuestro propio futuro y el de nuestra familia?

A continuación, 21 frases inspiradoras de “Hábitos atómicos” y algunas reflexiones para padres:

No hay persona que sepa más del valor de la paciente repetición que un buen padre. Los hábitos son repeticiones que nos permiten avanzar. Una vez asimiladas estamos listos para nuevos aprendizajes o nuevas tareas.

Desde el mero hecho de dejar tendida nuestra cama cada mañana, o que nuestros hijos hagan la suya, cada día implica la toma de decisiones, de dejarnos vencer o no, por la pereza o las distracciones que nos alejan del tipo de persona, padre, madre, hijo, que deseamos ser.

El despojarnos de hábitos que no nos suman no es fácil. El construir hábitos positivos implican un cambio de conducta con base en quién queremos llegar a ser y no solo en resultados. Es dejar atrás creencias muy arraigadas con la convicción de lo que se quiere.

Cada acción se convierte en una evidencia de lo que queremos llegar a ser. De ahí la importancia de su repetición. La construcción de hábitos positivos no solo nos ayuda a alcanzar resultados, nos ayuda a confiar en nosotros mismos.

La claridad es saber qué queremos y trabajar por ello, sin esperar que las circunstancias sean todas favorables para tomar acción, dejando fuera de nuestro control el logro de nuestros objetivos. Los hábitos se convierten en atómicos porque aún siendo pequeños y fáciles de realizar, tienen un poder excepcional.

Así como nuestros hábitos negativos lograron ocupar un lugar importante en nuestra rutina, la construcción de hábitos positivos requiere decisión y constancia. No se trata de hacer cambios drásticos a nuestra vida, sino solo pequeños pero significativos, que podamos mantener.

Tan importante como valorar el esfuerzo al construir un hábito positivo es no decepcionarse cuando por algún motivo este se interrumpe. Podemos asignarnos pequeños “reconocimientos” según nuestro avance y también prever formas de recuperar las interrupciones. Lo importante es no alejarnos de nuestro objetivo.

El camino del éxito se construye a partir del autoconocimiento, identificando nuestras fortalezas y debilidades, que, sumados a diversos factores como el entorno, o la genética, nos predisponen al logro de nuestros objetivos pero no lo predeterminan. 

El método de los “Hábitos atómicos” puede ser aplicado en la crianza de los hijos mediante la definición de objetivos claros como familia y acciones tendientes siempre a su logro. El establecimiento de hábitos y rutinas positivas, la valoración del proceso, y nuestro propio crecimiento como referentes para nuestros hijos, creará un ambiente estimulante, de confianza y armonía para toda la familia.