Soy mamá y hago lo que quiero

MAMÁ FELIZ ABRAZANDO A HIJO

Hace unas semanas, conversaba por celular con un amigo de años y ya casi terminando nuestro diálogo le mencioné que si había tardado en devolver su última llamada era porque me encontraba muy ocupada a lo que respondió con un desconcertante já!

Cuando le pedí que me explicara qué le parecía gracioso, luego de dar muchas vueltas me salió con que siempre ve que las mamás se organizan y regresan a trabajar al mes de haber dado a luz, y siguen con su vida, concluyendo con "tú sabrás lo que haces". Esas palabras fueron realmente molestas y al venir de un amigo, también decepcionantes. Y es que no todos conocen  realmente y valoran la labor de una mamá y no es que busque que valoren lo que hago pero sí, que respeten mis decisiones. 

Ser mamá y, trabajar en oficina 8 o 10 horas diarias, tener un trabajo independiente, a tiempo completo o parcial, trabajar desde casa o ser mamá full time, es cuestión de circunstancias diferentes y de decisiones y metas muy personales.

Yo decidí ser mamá full time, y aunque no voy a negar que extraño la tranquilidad del día mas caótico en mi oficina y ser dueña de mi tiempo, no cambiaría mi vida como es ahora.

La agenda de una mamá full time es diferente y cada minuto gira en torno a las necesidades de sus hijos, en mi caso de mi único hijo. Y si bien, recientemente tengo algo de apoyo con las labores de la casa (por horas), no delego el cuidado de mi pequeñito. Entonces me convierto en su mundo y él en el mío, en una relación tan intensa y demandante, pero sobretodo gratificante.

¿Si estoy ocupada? Sí, y mi trabajo no culmina a las 8 o 10 horas y me voy a descansar, no tengo breaks, ni pausas mientras almuerzo. Y el hecho de que esté en casa dedicada a mi hijo no equivale a que pase el día jugando con él. Cada día tiene un desafío diferente y no existe para nada la rutina, no como la conocemos en el típico ambiente laboral. Cada día es diferente, es dinámico y exigente, agotador físico y emocionalmente, porque no puedo retroceder ante una situación difícil, tengo que buscar soluciones en el momento, debo ser fuerte y creativa, dulce y con autoridad, inteligente como un adulto pero pensando y sintiendo como un niño, y eso las 24 horas del día.

Cuando estaba embarazada, junto a mi esposo planificamos los primeros meses de vida de nuestro hijo y no había discusión, sus primeros seis meses estaría exclusivamente bajo mi cuidado. Posteriormente, evaluaríamos la situación y decidiríamos por lo más conveniente para nuestro hijo.  Los primeros seis meses pasaron volando y yo sólo podía ver a un bebé indefenso, vulnerable y así como él me necesitaba, yo lo necesitaba a él, y necesitaba velar por su seguridad, bienestar y desarrollo feliz, con amor. Con mi hijo en brazos, muchas veces lo imaginé al cuidado de una nana, una extraña que por más recomendada que fuera no dejaba de ser una extraña. Y entonces, todos mis temores, sumados a mis deseos de darle lo mejor de mí a mi hijo me llevaban a una sola conclusión: yo debía encargarme del cuidado y crianza de mi hijo. 

Es el trabajo que elegí, no gano un sol con eso, gano mucho más: mi hijo está sano, seguro, feliz y yo con él.

¿Si soy organizada? ¡Por Dios! Yo creí que lo era, si lo era, no lo suficiente. La maternidad me ha enseñado a sacarle provecho a cada minuto del día y de la noche, porque no es broma, una vez que se tiene un hijo no se vuelve a dormir tranquilo, así que lo poco que puedo dormir trato de relajarme al máximo porque quizás mi "jefe" me necesite antes de lo esperado. ¡Y ni hablar de la capacidad de hacer varias cosas a la vez! simplemente me convierto en un pulpo cantarín, que va por la casa sacando y poniendo, recogiendo y limpiando, al son de alguna canción infantil para acompañar a mi pequeño. 

¿Si sé lo que hago? ¡Por supuesto! He tomado la mejor decisión de mi vida y hago lo que quiero: hacer todo lo posible por ver a mi hijo feliz.


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