4 Herramientas para educar a niños pequeños


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Cuando nos convertimos en padres, uno de los primeros motivos de preocupación gira en torno a cómo educaremos a nuestros hijos. Nos informamos y pedimos consejos, pero conforme pasa el tiempo nos damos cuenta de que la maternidad/paternidad es más difícil de lo que pensábamos. Si fuimos educados por padres autoritarios, poco empáticos e incomprensivos, arrastramos a lo largo de nuestra vida las huellas de ese tipo de educación, y en definitiva, al convertirnos en padres, buscamos hacer las cosas diferente, pero muchas veces terminamos haciendo lo mismo. Entonces, ¿cómo hacer para educar a nuestros hijos con el amor y respeto que se merecen?

Hoy nos acompaña en el blog, Nuria Ortega (España), especialista en Disciplina Positiva, quien nos presenta 4 herramientas para educar a niños pequeños. Nuria, es creadora del blog "Educar para el Futuro" en donde comparte artículos, recursos digitales y la realización de diferentes talleres a través de los que promueve la Disciplina Positiva y herramientas para padres que desean educar a sus hijos desde el respeto, la responsabilidad y la asertividad. Personalmente, sigo su trabajo hace años y en más de una oportunidad he encontrado en sus artículos la guía que necesitaba, por lo que no solo recomiendo visitar su blog, sino que es un honor poder contar con su colaboración. Los dejo con ella.




Para mí, las bases de la educación son las mismas para cualquier edad: el respeto, la asertividad, la actitud positiva, el autocuidado y las habilidades sociales. Creo que estamos de acuerdo en que las características de un niño pequeño no son las mismas que otro de 8 años ni que las de un adolescente de 13. Así que los recursos o las herramientas que podamos utilizar a una edad o a otra, no van a ser los mismos: Con adolescentes el diálogo será muy necesario y con niños pequeños cuanto más breves sean las explicaciones mucho mejor. Así que, centrándome en los más pequeños de la casa, quiero hablarte de 4 herramientas o estrategias que resultan muy útiles. 

Antes que nada, necesitamos partir de una premisa. El cerebro de los niños es muy inmaduro. Está en construcción y tardará muchos años en terminar de madurar. Por lo tanto, no podemos esperar de los niños pequeños un comportamiento adulto o como el de un niño 8 años (por fisiología cerebral y ritmo de maduración un niño de menos de 6 años no es capaz de comprender o hacer las cosas que a veces creemos que sí debería hacer). Por ejemplo, esperar autocontrol en un niño de 3 años es como pedir que un bebé de 12 meses controle el pipí.

Comprender esto y ajustar nuestras expectativas es lo primero que necesitamos hacer. Así que sabiéndolo vamos a ver 4 tips que podemos utilizar con nuestros hijos más pequeños en los momentos de conflicto o en nuestro día a día. 

1. Supervisión


Esto es básico y necesario durante los primeros años de vida. Consiste en “vigilar” al niño. Obvio ¿verdad? Los niños pequeños se mueven mucho, cogen cosas porque necesitan descubrir el mundo a través de sus sentidos, lo tocan todo, exploran, se dejan llevar por su curiosidad infinita.

Esta actitud de explorador es natural en todas las niñas y los niños, y estará más acentuada en unos niños o en otros en función de sus características innatas. Así que andar diciéndoles todo el día que no toquen esto, no hagan lo otro, no se suban allí o no se ensucien con la arena del parque es agotador y no tiene ningún sentido. 

Todo lo que hacen los niños pequeños es lo que tienen que hacer y es lo que necesitan para desarrollarse y descubrir el mundo. 

Así que lo mejor que podemos hacer nosotros es supervisar que los lugares dónde están sean seguros, no contengan objetos peligrosos, y les permitan explorar el mundo. Del mismo modo, vigilar y prestar atención sin agobiarles para darnos cuenta de los posibles peligros que puedan afectar al peque, es uno de los principales trabajos que tenemos.

Y atención, aquí no hablamos de sobreprotección, aquí me estoy refiriendo a ventanas abiertas, sillas cerca de un balcón, cuchillos olvidados al alcance de los niños, esquinas de mesitas pequeñas, enchufes sin protección, la carretera, los coches, precipicios o desniveles por los que un niño pudiera caer y hacerse mucho daño.

Tenemos que poner conciencia también de qué vamos a hacer, a dónde vamos a ir, para prever los posibles “conflictos” que podamos tener. Por ejemplo, si vamos a ir a jugar al parque, quizás no es muy interesante vestir al pequeñín con aquella ropa blanca que tanto te gusta. ¡Ir al parque y pretender que no se ensucien es una utopía! Este ejemplo es muy tonto, pero nos ocurre con muchísimas cosas: por ejemplo, salir de casa y que los peques no puedan dormir siesta y no ser tolerantes cuando por la tarde están cansados y lloran y se quejan mucho más. No se trata de no hacer cosas por evitar, se trata de conocer qué nos vamos a encontrar y poner más de nuestra parte para gestionar la situación sin estrés. 

Para todas aquellas circunstancias en las que la supervisión no es suficiente y es necesario que intervengamos para limitar las conductas de los niños (porque están haciendo algo peligroso, porque están tocando algo que podría romperse, cuando tenemos que ir a un sitio muy bien vestidos y deseamos que la ropa siga limpia, etc), disponemos del resto de herramientas.

2. Distracción


Esta estrategia es muy sencilla y también muy obvia, aunque a veces el estrés no nos permite recordarla.

Consiste simplemente en distraer al pequeño con alguna otra cosa que sí pueda hacer o tocar. Llamar su atención con otro objeto, o con una canción o con una propuesta de juego. 

Esta estrategia sirve cuando vemos que el niño va directo a hacer algo peligroso o que consideramos no adecuado. Decirle no toques eso es completamente inefectivo y más bien le animara a desear tocarlo más aún. 

Si en ese momento le ofreces otra cosa que sí es apta, es muy sencillo que se olvide de su “primer objetivo” y vaya a buscarte para que le enseñes lo que le has mostrado. 

Esto es muy útil cuando te das cuenta que has olvidado un cuchillo en la mesa y el peque va directo a cogerlo. En ese momento lo llamas y le enseñas un juguete o algo que le llame la atención y seguro desiste de coger el cuchillo (o si ya lo había cogido estará receptivo a que tu se lo quites suavemente mientras él coge el otro objeto). 

Como ves, la supervisión está implícita aquí, porque si no estás pendiente de la situación no te darás cuenta del cuchillo ni de las intenciones del peque. Pasa en muchas ocasiones que nos quejamos de que en cuanto nos damos la vuelta nuestros hijos hacen trastadas (como desenrollar todo el papel higiénico, tirar cosas en el w.c, abrir el grifo y poner el tapón para ver qué pasa, pintar la pared…) pero es que todo esto es normal. 

Pero también es normal que no podamos estar supervisándolos las 24 horas del día, necesitamos descansar, también hacer cosas en casa, trabajar, dedicarnos momentos de relajación y ocio... Un niño necesita mucha supervisión, pero no se trata de que una única persona se encargue de supervisar las 24 horas del día, ¡eso es agotador!

Así que te animo encarecidamente a que pidas ayuda para que tu puedas tener tus momentos de descanso y que cuando estés con tu peque puedas estar al 100% con él. 

3. Redirección


Bien, este punto va muy unido a la distracción, especialmente cuando los niños van acercándose a los 2 años y no se olvidan tan fácilmente de sus objetivos. Si acabas de distraer a tu hija para que no arranque las flores de una maceta, necesitarás algo más que la distracción con un objeto, necesitarás redirigir su intención y ofrecerle algo muy interesante. 

Será necesario que la guíes a otro lugar para que deje de ver las plantas, que le ofrezcas un juego en el que estar ocupada un buen rato, y si es posible que sea un juego que le proporcione lo mismo que obtiene al arrancar plantas. Por ejemplo, buscar y coger hojas del suelo, o las flores que ya sea han caído, jugar a hacer pellizcos al barro, o en la arena... Se trata de que le muestres lo que sí puede hacer en lugar de decirle “esto no”. 

¿Piensa en para qué necesita tu hijo o tu hija hacer eso que está haciendo? En todas sus acciones existe una intención positiva y una necesidad de ejercitar algo. En el caso de arrancar flores puede existir una necesidad de ejercitar la musculatura de los dedos. Busca ofrecerle una actividad que le proporciones lo mismo. 

Imagina que tu peque se pone a saltar en el sofá ¿Para que está saltando? ¿Qué necesita? La distracción hace que pare un momento para ver lo que le muestras pero luego volverá a saltar. Aquí necesita que le ofrezcas una actividad en la que pueda saltar o hacer ejercicio físico (jugar a hacer puzzles, por ejemplo, seguramente no sería una alternativa eficaz para ese momento, a no ser que esté saltando por aburrimiento y sepas que le encantan los puzzles)

4. Consolar y sostener


Los niños se enfadan, se sienten tristes, frustrados ¡y los adultos también, continuamente! solo que pretendemos ocultarlo. Es normal que todos los días pasen por momentos de rabia, o llanto, y si intentamos luchar contra ello lo único que conseguiremos es contribuir a que aumenten en intensidad y frecuencia. La represión no es buena aliada.

Para esos momentos, lo que los niños necesitan es nuestro apoyo. Así que aquí lo único que van a necesitar es que nos quedemos a su lado y sostengamos su emoción sin intentar convencerles de que dejen de llorar o de estar enfadados. 

Necesitan que les abracemos, les comprendamos, les proporcionemos seguridad, les digamos que todo esta bien y sobretodo, que aceptemos sus emociones. A los adultos nos resultan muy incómodas las emociones, corremos a apagarlas enseguida y hacemos de todo con tal de evitarlas. Los niños necesitan algo más sencillo que eso, necesitan que cuando lloran o se enfadan seamos valientes para esperar a que la emoción desaparezca sola. 

La distracción y la redirección son modos asertivos de actuar cuando nuestros hijos hacen algo peligroso o inadecuado, y el objetivo de utilizar estas herramientas es evitar ese peligro pero no evitar que tengan emociones y que las expresen. 

Utilizaremos todas estas herramientas para tratar a nuestros peques de la casa con respeto y amor cada vez que hagan cosas inadecuadas pero no para que nunca se enfaden o lloren. 

Desde luego estas herramientas que te he propuesto van ayudar muchísimo a que los niños no se sientan frustrados cuando vean que no pueden hacer lo que querían, pero si se sienten frustrados no pasa nada, forma parte de la vida. Con tu actuación respetuosa y amable habrá obtenido un maravilloso ejemplo de qué hacer en un futuro. 

No hagas nada pensando en evitar que sufran, si sufren, quédate a su lado y aprende a acoger las emociones que en ti se despierten, verás que cuando no te resistes a ellas, simplemente se difuminarán, pero esto, es otra historia…

Un abrazo!

Nuria Ortega.



Si deseas conocer más sobre Nuria Ortega y su trabajo, o ponerte en contacto con ella, puedes visitar su blog "Educar para el Futuro".

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