Cuando eres padre, la frase “el tiempo pasa volando” adquiere su real
sentido. Es singular que mientras más deseamos ofrecer a nuestros hijos, más se
nos va el tiempo haciendo otras cosas que lo más importante, compartir tiempo con ellos.
Yo dejé de trabajar (del modo formal) con el objeto de dedicarme por
completo a mi hijo, pero aunque medio mundo no comprenda, hay tantas pero
tantas cosas por hacer, entre la casa y las necesidades de un bebé, que el
tiempo no alcanza. Muchas veces me siento frustrada y casi todo el tiempo muy agotada. Entonces, al final del día o mejor dicho en la
madrugada, si es que aún el sueño no me ha vencido, trato de analizar la
situación como si fuera otra persona y me doy cuenta de que pasé todo el día haciendo cosas para mi chiquitín. Entonces encuentro un poco
de alivio, esperando compensar el tiempo que no le di, al día siguiente. No siempre
lo logro como quisiera, pero hago mi mejor esfuerzo.
El día de ayer, salimos a caminar Rodri, su papá y yo. Rodri iba adelante
acelerando y desacelerando el paso, esperando a sus papás, o parando si
escuchaba algo de música para ponerse a bailar. Su papá y yo disfrutábamos
de esos momentos y lo mirábamos embobados. Continuamos con lo teníamos planificado para ese
momento, pero me quedé pensando en lo rápido que pasa el tiempo, dando un vistazo nostálgico al camino
que hemos recorrido juntos y lo mucho que Rodri y yo hemos aprendido.
Mi hijo no gateó sino hasta los 11 meses, incluso llegué a pensar que no
gatearía, pero lo hizo, y se tomó más tiempo en aprender a caminar. Me preocupé
mucho (y las comparaciones no ayudan para nada) pero paso a paso, lo logramos.
El caminó a los 14 meses, no lo puse en ningún andador, pero si me destrozó la
espalda jajaja… y lo más importante, no tuvo caídas, de las típicas que se
saben sufren los bebés durante este aprendizaje. Él empezó a caminar,
tranquilo, confiado, a su tiempo, cuando se sintió listo. Quien no estaba lista, era yo. Con la caminata empezó una nueva etapa en nuestra vida, de mayores
cuidados pero también de más aventuras.
La vida es un aprendizaje constante, pero con un bebé se aprende el doble,
se sufre el doble pero se disfruta mil veces más. Ayer me di cuenta que no debo
sentirme frustrada si estoy segura que hice mi mayor esfuerzo y que basta dar
un vistazo a lo vivido para sentirme orgullosa como mamá.
Un
abrazo.
Las comparaciones no solo son odiosas sino que ni siquiera tienen sentido. Mi hija tiene 13 meses y camina si quiere y cuando quiere, y a veces pasan dias enteros en que no quiere caminar sola. Hoy le decia a mi esposo que no tengo idea de cuándo empezó a caminar, porque lo hace en forma tan intermitente que no hubo un dÍa que marque el cambio. Pero eso es lo realmente bueno, que cada bebé es ùnico! Por eso es tan inùtil comparar y tan importante disfrutarlos. Besos.
ResponderEliminarTienes mucha razón, cada bebé es único, y por comparar y buscar que nuestro bebé haga o logre lo que otro bebé, podemos no sólo estar perdiéndonos momentos maravillosos de su desarrollo sino también entorpeciéndolo.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Karina.
Vikingo está empezando ahora, se me hace tan raro, hace nada era un bebecito y ahora parece un hombrecito. Cuando miro atrás me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, es bueno hacer un alto en el camino para analizar la maternidad y a nosotras mismas.
ResponderEliminarQué emoción! Yo sentí lo mismo cuando mi bebé empezó a dar sus primeros pasos. Recuerdo claramente que una tarde salimos a pasear y un momento me quedé observando qué lindo le quedaban los zapatitos. Enamorada de mi hijito, de mi niño loco... pensé: "Ya está grande, ya no es un bebé". Un momento después ese loco estaba bien prendido de la teta de su mamá jajajaja... sí, tenía bebé para un rato más.
EliminarUn abrazote!