11 cosas que aprendí al convertirme en madre

Si eres mamá, ya te estarás preguntando ¡¿sólo 11 cosas?! y tienes toda la razón, la maternidad es un aprendizaje constante, sin embargo, hoy mencionaré solo 11 de las más importantes lecciones que he aprendido en estos casi tres años que llevo de mamá. Allá voy:

1. A dejar los grises y neutros y llenar mi vida de color, desde mis prendas de vestir hasta la decoración de la casa, inconscientemente buscando llamar la atención de mi bebé y hacer su mundo más divertido.
2. Que puedo ser más fuerte que cualquier enfermedad que antes de ser madre me tumbaba, y que el amor a mi hijo, incluso estando en mi vientre, hace posible que pueda soportar dolores muy intensos, en el cuerpo y en el alma.
3. Que puedo ser más valiente de lo que nunca fui, solo por cuidar y proteger a mi hijo.
4. Que a los ojos de mi hijo soy la mujer más hermosa del mundo, que si bien no me alcanza el tiempo para arreglarme continuamente como la hacía antes, cada vez que lo hago mi hijo me observa encantado, me halaga, y lo más importante me imita, quiere verse bien, estar siempre pulcro y guapo… 
5. A permanecer inmóvil con el corazón fuera de mí y aparentar tranquilidad para transmitírsela a mi bebé luego de una caída y poder decirle ¡arrriba mi amor, tu puedes!
6. Y con el tiempo, a diferenciar desde otra habitación los sonidos producidos por golpes y caídas y saber si es necesario correr o solo caminar y preguntar ¿todo está bien?
7. Que mi hijo necesita mis cariños y mis besos más que nada en el mundo… y yo necesito los de él.
8. Aprendí a hacer muchísimas cosas más que antes en el mismo tiempo, y aun así no me alcanza para hacer todo lo que quisiera. El ser multitarea es una habilidad innata en la mujer, pero con una madre el término se quedó corto.
9. Aprendí a desarrollar mi paciencia y autocontrol, y me di cuenta que situaciones que antes me preocupaban y estresaban hoy tienen una mínima importancia, definitivamente cuando una se convierte en madre reevalúa las prioridades en su vida.
10. A hacer un alto, por lo menos una vez al día tan solo para observar a mi hijo, jugando, aprendiendo, o distraído en sus cosas… el tiempo pasa volando y crece tan rápido, que además de todo lo que hagamos juntos y de los cientos de fotos que tenga de él, quiero guardar en mi corazón la sensación de tenerlo aún bebé, bueno, ya niñito.
11. A valorarme más y apreciar mis cualidades y ciertos aspectos de mi personalidad a partir de mi reflejo en las acciones, respuestas y la personalidad (en formación) de mi hijo; por lo mismo, a evaluarme constantemente y corregirme. Aprendí que soy modelo y guía de lo más preciado que tengo en la vida y que él sigue con amor, confianza e inocencia cada uno de mis pasos. Es una bendición y una enorme responsabilidad.