De mis padres a mi hijo: las lecciones más importantes de mi vida.

Lecciones de vida abuelos

Muchas veces, de niña, renegué de las lecciones que recibía de mis padres, lecciones sobre mi comportamiento que a toda costa intentaba ignorar, tan sólo por el hecho de retarlos o porque de verdad para mí ¡no tenían sentido! Pero, también han existido lecciones que he respetado y cumplido, lecciones que he amado y han formado parte de mi vida, y ahora que soy madre, deseo que formen parte de la vida de mi hijo.

Mi padre, de profesión Educador, pero con una formación en todos los aspectos muy diferente a la que me esfuerzo por brindar a mi hijo, me enseñó una de las cosas más importantes de mi vida: decir siempre la verdad

Recuerdo claramente cómo todas las veces, sin excepción, que rompí algo o hice algo que no debía, él conversó conmigo a fin de que le cuente a él y a mi madre lo sucedido, en tono siempre amoroso y recalcando la importancia de decir la verdad; y aquí viene la segunda parte de la lección: todo es reemplazable: lo más importante es que estés bien. Sin importar la travesura o desobediencia, decir la verdad me libraba de los castigos, que ya no necesitaba porque era mayor el respeto que sentía por mis padres y mi deseo de no ocasionarles más angustias, que terminaba prometiendo a ellos y a mí misma que ya no lo iba a volver a hacer, y trataba de cumplirlo. La lección estaba clarísima.

Mi madre, también de profesión Educadora, es súper creativa y capaz de encontrar solución a cualquier problema doméstico y ésa es mi segunda gran lección: la autosuficiencia. El tiempo que le dejaba el trabajo, lo dedicaba a su familia y a su casa, y me refiero no sólo a las tareas cotidianas que ya sabemos que nunca acaban, sino que resolvía cuanto problema técnico o necesidad se presentara, y si no había problema, siempre encontraba algo para mejorar. Recuerdo como construía tarimas para mis perritos, bancos, mesas, cercos y demás. La carpintería era su fuerte, en realidad es experta en muchas cosas, pero esa es la que me gusta más. Sembró en mí, desde pequeña, el deseo de resolver siempre por mí misma cualquier problema.

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de decirles a mis padres la importancia de sus lecciones en mi vida y que las deseo transmitir a mi hijo. Hoy, además, quiero reconocer la importancia de su presencia en la vida de mi hijo. Yo no crecí con mis abuelos y no puedo imaginar que tan diferente hubiera sido mi vida de haberlo hecho, pero observo a Rodri, feliz en los brazos de mis padres, jugando, engreído y amado, por lo que en definitiva, su vida no sería la misma sin sus abuelitos cerca. Hoy, la tarea de educar la tengo yo, y ellos pueden estar tranquilos, me enseñaron cosas valiosas, creo ser una buena persona y trabajo día a día para ser una buena madre, y es en gran medida gracias a ellos.

A veces, sólo criamos a nuestros hijos, sin ser conscientes de que nuestras palabras y ejemplo pueden trascender a otra generación ¿El compromiso de brindar una buena crianza se hace más grande no crees?


1 comentario:

  1. Mi madre vive lejos, pero disfruto muchísimo cuando vamos a verla y podemos estar todos juntos. Hace poco estuvimos un mes juntas y también pude decirla lo agradecida que estaba de su crianza. Es curioso que cuando era adolescente siempre me quejaba, ahora me doy cuenta de lo importante que ha sido en mi vida y lo necesario.

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